¿Cuánto más vamos dejar que cueste?


¿Por cuánto tiempo más vamos a dejar que cueste? Y sí, arranco como soy, INTENSA, porque hace un tiempo que me vengo preguntando porqué cuestan tanto algunas cosas, si la culpa es mía, si realmente puedo y entre todo eso me di cuenta que cuesta parar el mundo por un ratito y pensar en uno.  En qué nos pasa, cuál es nuestra esencia, para dónde vamos, porqué elegimos lo que elegimos y cuál es nuestro lugar dentro de donde estamos.

 Porque nos cuesta reconocernos tibios, cagones, indecisos, llenos de miedos y con miles de dudas. Claro que cuesta, pero pensa en todo lo que lograste siendo valiente, dejando las dudas y jugando con el miedo a tu favor. 

Cuesta entender  que toda pérdida es una ganancia. Pensemos en cuando dejamos ir a una persona, pero con el tiempo, apareció otra que cambió el rumbo y nos enseñó cosas nuevas. ¿Ves? Una pérdida, se convirtió en una ganancia. Llevalo a cualquier ámbito de tu vida, a tu carrera, a tu familia, a tu grupo de amigos, a tu vida amorosa; la fórmula "PÉRDIDA = GANANCIA" siempre está, sólo que no la aplicamos seguido.

Hablando con amigas me di cuenta lo mucho que cuesta dejarse llevar y sentir por alguien. Nos ponemos mil trabas, nos cuestionamos todo y ponemos a la razón antes que al corazón. No sé qué tan bueno o tan malo es eso, pero ¡cómo cuesta dejarnos querer!

Cuesta poner punto final a algunas situaciones y a algunas personas, pero los puntos suspensivos no sirven. El suspenso dejalo para las películas, no para lo que te involucra.

Cuesta darse cuenta que algunas cosas no van a volver a ser como antes, y que, aunque pongamos lo mejor de nosotros, no se puede. Cuesta, pero sostener lo insostenible cuesta mucho más. 

Cuesta ponerse en el centro de todo y entender que primero estamos nosotros y después el mundo. Lo que vos hagas por vos, sólo vos lo podes lograr. No lo olvides.

Cuesta pensar en lo que queremos y el tiempo que implica eso. Pero es el tiempo que le damos lo que lo hace importante para nosotros. 

 Pero todo lo que cuesta llegamos a valorarlo mucho más. No está mal que cueste, lo que está mal es que no lo intentes, que no te des cuenta lo mucho que podes llegar a ganar (o que ganaste). 

Que cueste lo que tenga que costar, pero que no nos lastime, que no nos haga dudar nunca de nuestra esencia, ni de nuestras capacidades. 

Si cuesta y duele, quizás, no es por ahí. Cambia de rumbo, que te cueste pero que sientas que es lo correcto y que tu corazón no pare de latir.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Carta de mi, para mi.